Puebla, Pue.- En distintos lugares de la ciudad de Puebla, tradiciones gastronómicas que se gestaron en la calle de barrios populosos, donde las mujeres y hombres trabajadores construyen una urbe.
En fondas y puestos semifijos los sabores y aromas de las entrañas de una ciudad, una ciudad de 490 años de historia, una historia aparejada a un mestizaje que se percibe en esos lugares tan concurridos en el día a día. (Identidad Puebla)
Los famosos molotes de María Mercedes
Puebla, Pue.- De uno a uno, o en grupo, la gente comienza a llegar a su establecimiento cada día: padres y madres de familia con sus hijos, repartidores de refresco o productos lácteos, así como trabajadores de la zona en la colonia El Ángel, aledaña a barrios antiguos como Analco y los primeros cuadros de la grandiosa Ciudad de los Ángeles.
Ajetreada, activa y siempre al pendiente de cada cliente que llega a su negocio en la 11 Oriente, es como se observa cada mañana a la señora María Mercedes, quien desde hace 14 años se ha dedicado a la venta de antojitos mexicanos a las afueras del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec (CENHCH).
Antojitos de la Vicente Guerrero
Puebla, Pue.- Al sur de la gran urbe poblana existe una calle conocida como la de “los sabores” y su nombre no podría ser más que perfecto, allí hay una vasta oferta gastronómica para todos los gustos: cocinas económicas, pizzerías, taquerías, postres y más, mucho más para donde se voltee, pero de entre todos los negocios, destaca el de María Teresa.
Bajo el nombre de El Rodeo que eligió su hija, la mujer trabaja junto con su familia en la elaboración de antojitos poblanos: chalupas, molotes, pelonas, tostadas y chanclas, así como pozole, mole de panza y taquitos de carne asada, que en su conjunto forman un amplio abanico de sabores, olores y texturas concentradas en un mismo sitio.
Virginia, chileatole y esquites
Puebla, Pue.- De ida y vuelta la gente transita de sur a norte y viceversa sobre la emblemática calle 16 de Septiembre y en medio de la multitud de personas, algunas más hambrientas que otras, destaca un peculiar olor: el de los granos de elote hervidos o fritos, especias, aroma que desprenden las ramas de epazote que hacen picar la nariz de los curiosos en la entrada de un vivienda con una cazuela de barro.
Casi en contra esquina de la imponente Catedral de Puebla se encuentra un colorido y floral negocio que es atendido por una mujer y su familia: María Virginia Pacheco Alvarado y sus famosos esquites de la 16 de Septiembre, frente a Correos de México. Allí, los esquites que hierven producen hilos de vapor que dan un primer paso a la experiencia culinaria callejera, la de antaño, la tradicional y casera.
“La güera”, mariscos del pancracio
Puebla, Pue.- Caldo de camarón, empanadas y filetes salen en fila de la freidora y de las hornillas, acompañados de refrescos o café para aguantar el frío de las noches o las madrugadas en las que se extiende el combate dentro de la arena.
Las copas de vidrio están sobre la barra, listas para que el cliente escoja el tamaño y deguste el platillo. Hay combinaciones desde pulpo con camarón, campechano y hasta “vuelve a la vida”.
No todo en la Arena Puebla son cemitas, también existe un pequeño negocio de mariscos, cuyo sabor está presente en el paladar de los poblanos que salen exhaustos de gritar y apoyar a su gladiador favorito.
Hot dogs “Cañitas”
Puebla, Pue.- En uno de los pasillos que conforman al mercado de artesanías de El Parián, hay un hombre que ha vendido comida en el mismo lugar durante las últimas cinco décadas. Nuevos negocios han abierto, otros más han cerrado, pero Hilario Camacho Sosa se ha mantenido allí.
Poco antes de las cinco de la tarde, Don Hilario termina de alistar su peculiar carrito y se dirige hacia su centro de trabajo en la esquina de la 8 Norte y la 2 Oriente. Desde 1969, cada año, sin falla, en esa misma esquina, el señor ha vendido sus tradicionales hot dogs y hamburguesas.